¿Qué es la Ética?
La ética es la disciplina que se ocupa
de pensar el valor del bien, su naturaleza, su relación con otros valores y la
fundamentación de las normas morales que rigen nuestras acciones.
¿Cuál es el objeto
de la ética?
La ética se ocupa únicamente de los
actos típicamente humanos, es decir, de aquellos que dependen de la razón y de
la libertad. Estos son actos voluntarios que pueden realizarse o evitarse
dentro del ámbito de la libertad personal. Otros actos como el sueño, el hambre
y el dolor, si bien son humanos, no dependen de la libertad. Son actos
involuntarios que ocurren querámoslo o no.
La materia de estudio de la ética es
la conducta humana esto es, aquellos actos que el individuo ejecuta consciente
y voluntariamente y de los que por consiguiente es responsable.
Ahora bien, el aspecto o punto de
vista desde el cual la ética estudia la conducta humana es el del bien y del
mal, de lo que debe y lo que no debe ser, es necesario resaltar que la palabra
debe es el verdadero verbo de todo juicio ético. En otras palabras, la ética es
el estudio de la moralidad de los actos humanos.
De
lo anterior se sigue el que la ética no está interesada en aquello que el
individuo hace, como no sea para compararlo con aquello que debería hacer.
Todos los estudiosos de la ética, aún de diferentes posturas están de acuerdo
en que la investigación del deber ser constituye la característica distintiva
de la ética esto es, lo que la distingue de cualquiera de todos los demás
estudios.
La ética en la historia
En
el siglo VI a.C. el filósofo heleno Pitágoras desarrolló una de las primeras
reflexiones morales a partir de la misteriosa religión griega del orfismo. En
la creencia de que la naturaleza intelectual es superior a la naturaleza
sensual y que la mejor vida es la que está dedicada a la disciplina mental,
fundó una orden semireligiosa con leyes que hacían hincapié en la sencillez.
En el siglo V a.C. los filósofos griegos conocidos como sofistas, que enseñaron retórica, lógica y gestión de los asuntos públicos, se mostraron escépticos en lo relativo a sistemas morales absolutos. El sofista Protágoras enseñó que el juicio humano es subjetivo y que la percepción de cada uno sólo es válida para uno mismo. Gorgias llegó incluso al extremo de afirmar que nada existe, pues si algo existiera los seres humanos no podrían conocerlo; y que si llegaban a conocerlo no podrían comunicar ese conocimiento. Otros sofistas, como Trasímaco, creían que la fuerza hace el derecho. Sócrates se opuso a los sofistas. Su posición filosófica, representada en los diálogos de su discípulo Platón, puede resumirse de la siguiente manera: la virtud es conocimiento; la gente será virtuosa si sabe lo que es la virtud, y el vicio, o el mal, es fruto de la ignorancia. Así, según Sócrates, la educación como aquello que constituye la virtud puede conseguir que la gente sea y actúe conforme a la moral.
La mayoría de las escuelas de filosofía moral griegas posteriores surgieron de las enseñanzas de Sócrates. Cuatro de estas escuelas fueron creadas por sus discípulos inmediatos: los cínicos, los cirenaicos, los megáricos y los platónicos.
Los cínicos afirmaban que la esencia de la virtud, el bien único, es el autocontrol, y que esto se puede inculcar. Los cínicos despreciaban el placer, que consideraban el mal si era aceptado como una guía de conducta. Juzgaban todo orgullo como un vicio, incluyendo el orgullo en la apariencia, o limpieza.
Los cirenaicos eran hedonistas y creían que el placer era el bien mayor, que ningún tipo de placer es superior a otro y, por ello, que sólo es mensurable en grado y duración.
Los megáricos, propusieron que aunque el bien puede ser llamado sabiduría, Dios o razón, es ‘uno’ y que el Bien es el secreto final del Universo que sólo puede ser revelado mediante el estudio lógico.
Según Platón, el bien es un elemento esencial de la realidad. El mal no existe en sí mismo, sino como reflejo imperfecto de lo real, que es el bien. En sus Diálogos mantiene que la virtud humana descansa en la aptitud de una persona para llevar a cabo su propia función en el mundo.
En el siglo V a.C. los filósofos griegos conocidos como sofistas, que enseñaron retórica, lógica y gestión de los asuntos públicos, se mostraron escépticos en lo relativo a sistemas morales absolutos. El sofista Protágoras enseñó que el juicio humano es subjetivo y que la percepción de cada uno sólo es válida para uno mismo. Gorgias llegó incluso al extremo de afirmar que nada existe, pues si algo existiera los seres humanos no podrían conocerlo; y que si llegaban a conocerlo no podrían comunicar ese conocimiento. Otros sofistas, como Trasímaco, creían que la fuerza hace el derecho. Sócrates se opuso a los sofistas. Su posición filosófica, representada en los diálogos de su discípulo Platón, puede resumirse de la siguiente manera: la virtud es conocimiento; la gente será virtuosa si sabe lo que es la virtud, y el vicio, o el mal, es fruto de la ignorancia. Así, según Sócrates, la educación como aquello que constituye la virtud puede conseguir que la gente sea y actúe conforme a la moral.
La mayoría de las escuelas de filosofía moral griegas posteriores surgieron de las enseñanzas de Sócrates. Cuatro de estas escuelas fueron creadas por sus discípulos inmediatos: los cínicos, los cirenaicos, los megáricos y los platónicos.
Los cínicos afirmaban que la esencia de la virtud, el bien único, es el autocontrol, y que esto se puede inculcar. Los cínicos despreciaban el placer, que consideraban el mal si era aceptado como una guía de conducta. Juzgaban todo orgullo como un vicio, incluyendo el orgullo en la apariencia, o limpieza.
Los cirenaicos eran hedonistas y creían que el placer era el bien mayor, que ningún tipo de placer es superior a otro y, por ello, que sólo es mensurable en grado y duración.
Los megáricos, propusieron que aunque el bien puede ser llamado sabiduría, Dios o razón, es ‘uno’ y que el Bien es el secreto final del Universo que sólo puede ser revelado mediante el estudio lógico.
Según Platón, el bien es un elemento esencial de la realidad. El mal no existe en sí mismo, sino como reflejo imperfecto de lo real, que es el bien. En sus Diálogos mantiene que la virtud humana descansa en la aptitud de una persona para llevar a cabo su propia función en el mundo.
El
alma humana está compuesta por tres elementos
el intelecto, la voluntad y la emoción cada uno de los cuales poseen una
virtud específica en la persona buena y juega un papel específico. La virtud
del intelecto es la sabiduría, o el conocimiento de los fines de la vida; la de
la voluntad es el valor, la capacidad de actuar, y la de las emociones es la
templanza, o el autocontrol.
bibliografía
http://www.educatina.com/filosofia/filosofia-general/conceptos-clave-de-filosofia-general/que-es-la-etica-video
http://www.gayatlacomulco.com/tutorials/seminariodeetica/t13.htm
https://sites.google.com/site/eticacivica4oeso/ud-4-historia-de-la-etica-filosofia-antigua-y-medieval
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